Desde que comenzó el estado de Alarma de marzo de 2020 nuestra entidad ha adaptado continuamente su labor ya que el perfil de persona en exclusión social ha variado, además de sus necesidades. Realizando una labor específica en relación con la ayuda alimentaria e incorporación en las viviendas inclusivas a todas aquellas personas sinhogarismo. Actualmente las necesidades y perfiles de la población atendida han variado tanto que las necesidades detectadas son bastante amplias.
  • Nuestra sociedad y en concreto la población en situación de pobreza y pobreza extrema, se encuentra en una situación de urgencia social, determinada principalmente por la carencia de recursos económicos y por la carencia o bien de una vivienda o por habitar en lo que se denominan viviendas inseguras.
  •  EL desempleo, la incertidumbre de una crisis sociosanitaria como la que continuamos viviendo, pasa factura principalmente a los colectivos en riesgo de exclusión.
  • La enorme brecha digital que ha puesto de manifiesto la pandemia, y la enorme dificultad para acceder a recursos tecnológicos que nos permitan acceder a los servicios básicos, como la adquisición de los mismos para poder “estar dentro” de esta nueva era donde la no presencialidad se está convirtiendo en el común denominador.
Es por ello que Integra, ahora más que nunca, ofrece una serie de servicios actuaciones que el año pasado buscaban dar una respuesta urgente, inmediata ante la desesperación de las personas y familias y sobre todo por el miedo que se vivía; pero este año además, estamos dando respuesta a otras necesidades que han ido surgiendo y también son de urgente necesidad pero que sin duda implican un proceso hacia la mejora de la situación social y sobre todo una ruta hacia la integración e inserción mediante lo que estamos aplicando, la formación profesional a través de talleres de aprovechamiento.
  • Porque continuamos con altas cifras tanto en cobertura de alimentos como el alojamiento.
  •  Porque ante una situación incierta hemos evaluado como necesario según los resultado arrojados el pasado año y la situación actual de la pandemia, que el proyecto debe fortalecerse con nuevas herramientas dirigidas a la inserción laboral de aquellas personas a las que brindamos nuestra atención tanto en la entrega de alimentos como en las viviendas mediante cursos de formación que permiten por un lado reducir la brecha digital teniendo en cuenta que las personas se apoyan en un equipo que les acompaña durante todo el proceso formativo, como para la mejora de habilidades a la hora de gestionar recursos (citas, documentación a través de las diferentes plataformas digitales).
  • Así mismo Integra es un proyecto complementario al que estamos terminando de pulir y que se denomina “INSERTA” cuyo objetivo es la formación profesional gradual dirigida a la certificación y la inserción sociolaboral de nuestra población beneficiaria en Integra. Este proyecto nuevo y complementario responde al Plan para la recuperación, transformación y Resiliencia aprobado por la U
  • La situación que continuamos abordando es la de urgente necesidad tanto de alimentos que nutran y que palien la pobreza material severa de la población que atendemos desde el proyecto. Así mismo la urgente necesidad de ofrecer un techo, un recurso que además de proporcionar un espacio, les brinde apoyo, acompañamiento social, y una serie de opciones para mejorar su situación social, personal y familiar.
Desde diciembre de 2020 se ha comenzado a vacunar a la población, aunque hasta que se alcance la llamada “inmunidad de rebaño” estaremos incursos en situación de picos de contagio y descenso de casos de manera continua, con las restricciones que ello supone para el comercio y diferentes negocios, además del impacto psicosocial que influye en las personas. En La Rioja, a comienzo de Agosto de 2021, un 70% de la población diana (mayor de 12 años) ya estaba vacunada con la dosis completa. A pesar de ello, la situación de las personas sin hogar sigue siendo un elemento imprescindible para analizar:
  • La primera fase de la pandemia nos ha mostrado la cruda realidad que viven las personas in hogar: dormir en la calle o permanecer en alojamientos temporales o de emergencia, coloca a este colectivo como de alto riesgo, dificultando el acceso a los servicios de cuidado, higiene o aislamiento.
  • Debido a los impagos de alquiler, rentas subsidiarias… muchas personas se han visto en exclusión residencial. Entre otros colectivos destacan las mujeres cuidadoras, empleadas del hogar e incluso internas; personas con actividades desarrolladas en la economía sumergida que perdieron todo tipo de ingreso; víctimas de la trata, etc.
  • Las personas sin hogar están teniendo dificultados para el acceso al Ingreso Mínimo Vital, tanto por la imposibilidad de medios para acceder a su solicitud como por la ausencia de domicilio.
  • En caso de contagio, las personas sin hogar no tienen un lugar en el que pasar el confinamiento o el tiempo necesario para cumplir con la cuarentena.
Asimismo, las personas sin hogar se ven en numerosas ocasiones afectadas por problemas de salud (derivadas de alcoholismo o adiciones a tóxicos, e incluso por infecciones al tener un higiene deficitaria) y/o discapacidad. Las personas sin hogar se encuentran con barreras para acceder al sistema sanitario y a la información de salud pública, por ello es imprescindible proteger también a las personas sin hogar (reparto de mascarillas, kits de higiene, acceso a la vacunación…) para poder gestionar la crisis de salud pública a nivel general.

  • La situación sanitaria de las personas sin hogar se ha ido agravando con el tiempo. No se está haciendo suficiente previsión de material de protección (mascarillas), ni se está realizando en todos los territorios de manera uniforme. Además, la atención en salud es, por norma general, telefónica, esto hace que los servicios de atención primaria sean ineficaces para esta población.
  • El colapso sanitario ha tenido una gran repercusión en los dispositivos de atención a la salud mental, con incrementos de episodios de ansiedad, brotes psicóticos, conductas impulsivas y agresivas que está derivando en el deterior de los estados emocionales de las personas más vulnerables.
  • Los profesionales que atienden los diferentes recursos de atención se encuentran sobrecargados por la demanda de atención y afectados emocional y físicamente por el trabajo en los picos más altos de contagios.